Horario: 10:00 - 18:00

PNA66706

Cordero Místico
Autor: Josefa de Óbidos (?)
Centro de Fabricación: Portugal (?)
Datación: c.1660-1670
Materia: Óleo sobre lienzo
Dimensiones (cm): 55,8 x 65
N.º de Inventario: PNA66706 / PD0714dep

El cordero es el símbolo más antiguo de la Semana Santa. Aunque se considera un símbolo de la Pascua cristiana, el cordero ya era muy importante en la Pascua judía y en diversos cultos de la antigüedad, donde era frecuente el sacrificio de animales a los dioses.

La Pascua, para los cristianos, conmemora la resurrección de Jesucristo, considerado el Cordero de Dios (“Agnus Dei”), sacrificado para la salvación de toda la humanidad. Para los judíos, descendientes de los hebreos, la Pascua (“Pésaj” en hebreo, que significa “Palacio”) conmemora su salida de Egipto, donde eran esclavos (el pueblo de Israel sacrificaba un cordero y pasaba su sangre por las puertas de sus casas para que sus primogénitos sobrevivieran al Palacio del Ángel de la Muerte).

En el siglo XVII la representación del “Agnus Dei” o Cordero Místico, interpretado como metáfora de Jesucristo, tuvo mucho éxito como tema en la iconografía sagrada. Este cuadro siempre se ha atribuido a Josefa de Óbidos (Josefa de Ayalla).

Los cuadros barrocos de esta gran pintora portuguesa se hicieron conocidos por sus obras de inspiración religiosa y por sus naturaleza muerta (flores, frutas, animales y objetos inanimados).

Esta pintura se hizo famosa en esta época, no solo por su vocación pictórica, sino también porque era raro, en su tiempo, que a las mujeres se les permitiera adquirir un grado de educación tan elevado. De hecho, esta gran pintora portuguesa de origen sevillana del siglo XVII captó la esencia de una época, tomando cosas sencillas y pintándolas de forma brillante.

La figura del cordero con las patas atadas (reforzando su calidad de víctima), en una pose de resignación ante el inminente sacrificio, se convierte en un emblema explícito de la obediencia y la virtud cristiana. El cordero se representa vivo y el blanco simboliza la pureza.

Esta obra forma parte de un amplio conjunto de obras atribuidas a Josefa de Ayalla, conocida como Josefa de Óbidos (1630-1684).

Aunque nació en Sevilla, vivió la mayor parte de su vida en Óbidos y adoptó el nombre de la ciudad portuguesa.

Esta pintora es conocida sobre todo por sus temas religiosos, naturaleza muerta y grabados en metal, centrados en el estudio de la luz y los contrastes que conforman la corriente protobarroca de matriz peninsular. Como una de las pocas pintoras europeas de la época, aprendió de grandes maestros como Zurbarán, Francisco de Herrera, Valdez Leal, André Reinoso y su propio padre, Baltazar Gomes Figueira.

Objeto museológico -